Quiroga,
Horacio
BIOGRAFÍA
Horacio Silvestre Quiroga Forteza nació el
31 de diciembre de 1878 en Salto, Uruguay. Era hijo del vicecónsul argentino en
Salto y de la oriental Pastora Forteza. Por parte de su padre descendía del caudillo
riojano Facundo Quiroga.
En 1908 Se enamoró de una de sus alumnas y consiguió convencer a
sus padres no sólo de permitieran el matrimonio sino que vinieron a vivir a la
selva con ellos. En 1911 nació su hija Eglé Quiroga. El escritor comenzó la
explotación de sus yerbatales y al mismo tiempo fue nombrado Juez de Paz en el
Registro Civil de San Ignacio. Al año siguiente nació su hijo menor, Darío. Se
ocupó él personalmente de la educación de sus hijos un tanto especial adaptada
a la necesidades de la vida en la selva, de modo que fueran autónomos. Su
esposa cayó en una profunda depresión y se suicidó tomando veneno. Tras el
suicidio de su esposa, Quiroga se trasladó con sus hijos a Buenos Aires, donde
recibió un cargo de Secretario Contador en el Consulado General uruguayo en esa
ciudad. Apareció en esta época uno de sus libros más famosos: Cuentos de la
selva.
Su única obra teatral (Las Sacrificadas) se
publicó en 1920 y se estrenó en 1921, El diario argentino La Nación comenzó
también a publicar sus relatos, que a estas alturas gozaban ya de una
impresionante popularidad. En 1921 apareció Anaconda. El escritor se dedicó a
la crítica cinematográfica, teniendo a su cargo la sección correspondiente de
la revista Atlántida, El Hogar y La Nación.
Regresó por un tiempo a Misiones, allí se
construyó una barca y con ella regresó a Buenos Aires. En 1927 se publicó Los
desterrados. Se enamoró de María Elena Bravo, compañera de escuela de su hija
Eglé, se casaron ese mismo año.
A partir de 1932 Quiroga se radicó por última vez en Misiones, en lo que
sería su retiro definitivo, con su esposa y la hija de su segundo matrimonio.
Perdió el consulado pero sus amigos consiguieron tramitarle la jubilación
argentina. Empezó a sufrir una prostatitis, y su mujer lo abandonó llevándose a
su hija. Se descubrió que las molestias eran en realidad de origen canceroso,
tras su regreso a Buenos Aires para ser internado en el hospital, ante tal
diagnóstico el 19 de febrero de 1937 Horacio Quiroga bebió un vaso de cianuro
que lo mató pocos minutos después
Las desgracias siguieron a la familia y más
o menos al mismo tiempo que el gran poeta, Eglé Quiroga, hija mayor de Horacio,
se suicidó también. Su amigo Leopoldo Lugones se suicidó un año después por
motivos amorosos. Finalmente, su hijo varón, Darío, se suicidó en un arranque
de desesperación en el año 1951.
Su obra estuvo marcada por la influencia
reconocida de Kipling, Conrad y, sobre todo, Edgar Allan Poe. En sus cuentos
reina una atmósfera de alucinación, crimen, locura situada en la Naturaleza
salvaje de la selva.
Quiroga legó a los jóvenes escritores su
famoso Decálogo del perfecto cuentista que resumía de manera perfecta su propio
estilo: una prosa precisa, estilizada y contundente al mismo tiempo, que lo
convirtió en maestro del relato breve. Horacio Quiroga ha dejado para la
posteridad algunas de las piezas más terribles, brillantes y trascendentales de
la literatura hispanoamericana del siglo XX.
No hay comentarios:
Publicar un comentario