viernes, 5 de diciembre de 2014

Cuento: Dos cachorros de coatí y dos cachorros de hombre.

Esta es  la historia de  un coatí  que su mama lo manda a buscar su comida. Encontró una casa con un gallinero donde había muchos huevos y se los comió.A la mañana siguiente apareció el dueño del lugar con sus hijos y tomaron al coatí pequeño como mascota.Lo mantuvieron encerrado en una jaula.
A la noche llegaron la mamá coatí y sus hermanos a  rescatarlo pero se encontraron con una serpiente   y no lo pudieron salvar ,se murió y en la jaula se quedó su hermano mas chico.
 Al otro día llegó su mamá que fue a buscar las herramientas para liberarlo y lo logró.Entonces volvieron al monte adonde pertenecían











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HORACIO QUIROGA-SU BIBOGRAFÍA

Quiroga, Horacio
BIOGRAFÍA
Horacio Silvestre Quiroga Forteza nació el 31 de diciembre de 1878 en Salto, Uruguay. Era hijo del vicecónsul argentino en Salto y de la oriental Pastora Forteza. Por parte de su padre descendía del caudillo riojano Facundo Quiroga. 

En 1908 Se enamoró de una de sus alumnas y consiguió convencer a sus padres no sólo de permitieran el matrimonio sino que vinieron a vivir a la selva con ellos. En 1911 nació su hija Eglé Quiroga. El escritor comenzó la explotación de sus yerbatales y al mismo tiempo fue nombrado Juez de Paz en el Registro Civil de San Ignacio. Al año siguiente nació su hijo menor, Darío. Se ocupó él personalmente de la educación de sus hijos un tanto especial adaptada a la necesidades de la vida en la selva, de modo que fueran autónomos. Su esposa cayó en una profunda depresión y se suicidó tomando veneno. Tras el suicidio de su esposa, Quiroga se trasladó con sus hijos a Buenos Aires, donde recibió un cargo de Secretario Contador en el Consulado General uruguayo en esa ciudad. Apareció en esta época uno de sus libros más famosos: Cuentos de la selva.
Su única obra teatral (Las Sacrificadas) se publicó en 1920 y se estrenó en 1921, El diario argentino La Nación comenzó también a publicar sus relatos, que a estas alturas gozaban ya de una impresionante popularidad. En 1921 apareció Anaconda. El escritor se dedicó a la crítica cinematográfica, teniendo a su cargo la sección correspondiente de la revista Atlántida, El Hogar y La Nación.
Regresó por un tiempo a Misiones, allí se construyó una barca y con ella regresó a Buenos Aires. En 1927 se publicó Los desterrados. Se enamoró de María Elena Bravo, compañera de escuela de su hija Eglé, se casaron ese mismo año.                                                                                                                                
A partir de 1932 Quiroga se radicó por última vez en Misiones, en lo que sería su retiro definitivo, con su esposa y la hija de su segundo matrimonio. Perdió el consulado pero sus amigos consiguieron tramitarle la jubilación argentina. Empezó a sufrir una prostatitis, y su mujer lo abandonó llevándose a su hija. Se descubrió que las molestias eran en realidad de origen canceroso, tras su regreso a Buenos Aires para ser internado en el hospital, ante tal diagnóstico el 19 de febrero de 1937 Horacio Quiroga bebió un vaso de cianuro que lo mató pocos minutos después
Las desgracias siguieron a la familia y más o menos al mismo tiempo que el gran poeta, Eglé Quiroga, hija mayor de Horacio, se suicidó también. Su amigo Leopoldo Lugones se suicidó un año después por motivos amorosos. Finalmente, su hijo varón, Darío, se suicidó en un arranque de desesperación en el año 1951.
Su obra estuvo marcada por la influencia reconocida de Kipling, Conrad y, sobre todo, Edgar Allan Poe. En sus cuentos reina una atmósfera de alucinación, crimen, locura situada en la Naturaleza salvaje de la selva.

Quiroga legó a los jóvenes escritores su famoso Decálogo del perfecto cuentista que resumía de manera perfecta su propio estilo: una prosa precisa, estilizada y contundente al mismo tiempo, que lo convirtió en maestro del relato breve. Horacio Quiroga ha dejado para la posteridad algunas de las piezas más terribles, brillantes y trascendentales de la literatura hispanoamericana del siglo XX.

martes, 25 de noviembre de 2014

Cuento EL LORO PELADO

ASÍ ILUSTRAMOS LA HIRSTORIA

















Seguimos dibujando

Seguimos  compartiendo nuestros dibujos de los cuentos de la selva de Horacio Quiroga.
El tigre ataca al hombre.

Las rayas protegen al hombre.

El hombre le dispara a los tigres para salvarse y salvar a las rayas.
  
Añadir leyenda

El tigre ataca a las rayas.


















viernes, 7 de noviembre de 2014

SOMOS DIBUJANTES

LUEGO DE LA LECTURA DE CADA CUENTO DEDICAMOS UN MOMENTO PARA DIBUJAR.
ESTAS SON NUESTRAS OBRAS DE ARTE:




CUENTO: "LA GUERRA DE LOS YACARÉS"









CUENTO: LA ABEJA HARAGANA